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Entonces...¿Qué hacemos?

Descubre cómo optimizar tu salud y bienestar en un mundo moderno desconectado de la naturaleza. Este artículo explora la importancia de los ritmos circadianos y la cronobiología en nuestra alimentación, sueño y estilo de vida. Aprende a superar los desafíos de la vida urbana con estrategias prácticas como el ayuno intermitente, la conexión con la tierra, la exposición al sol y el frío, y la elección de alimentos reales y no procesados. No necesitas mudarte al campo para vivir mejor; con pequeños cambios puedes recuperar el equilibrio y disfrutar de una vida saludable y plena. 🌿

1/15/20243 min read

El primer punto sobre el que hay que reflexionar es sobre el estilo de vida en general. Nuestro bienestar no depende sólo de lo que comemos, si no de lo que absorbemos en nuestro intestino, de lo que respiramos, de lo que bebemos y, sobre todo, de cuándo lo hacemos. ¿Te acuerdas de los llamados ritmos circadianos? Los hemos estudiado en el pasado, constantemente se hace alusión a ellos, como, por ejemplo, cuando se hacen los cambios de hora en otoño y primavera. Sin embargo, ¿cuántos médicos, cuando vas con un problema, te preguntan cómo duermes, es decir, ¿cómo están tus ritmos circadianos? Te diré que ninguno, salvo, como siempre, alguna honrosa excepción. Pues bien, ese es el punto por el que se debería empezar porque las principales hormonas que rigen nuestra biología de segregan de manera pulsátil, de acuerdo con la luz solar, y son las que dirigen todo el metabolismo: es la CRONOBIOLOGÍA. Tan importante es lo que comemos, como cuándo lo hacemos.

Hemos pasado de una vida en exteriores, en la naturaleza, al son de la luz solar, tal y como lo hacían nuestros abuelos, a una vida en interiores, bajo luz artificial, sin apenas ver la luz del sol, y constantemente absorbidos por los móviles, las tabletas y los ordenadores.

Esto ha hecho que nuestro cuerpo esté totalmente desubicado: el organismo, acostumbrado a regir la secreción de sus hormonas, producción de proteínas y expresión de genes por la luz del sol, en las últimas décadas ha sido sometido a luces artificiales, oficinas cerradas y sin apenas recibir esos maravillosos rayos solares, origen de la vida. Además, lo aderezamos con una alimentación basada en carbohidratos, muchos de ellos procesados, comida preparada, azúcares…

Volvamos a la alimentación:

El 99% de la comida que se vende en los supermercados, hipermercados y grandes superficies en todo el mundo, es producida tan sólo por 10 empresas. Sólo 10 empresas controlan todos los aditivos, ingredientes y añadidos de prácticamente toda la alimentación a nivel mundial, principalmente en el mundo occidental o “desarrollado”.

Nunca podremos llevar una vida longeva, rica y saludable si le privamos a nuestro organismo de todo aquello que le hace funcionar correctamente: la luz del sol, los alimentos reales y no procesados, las actividades al aire libre lejos de pantallas y frecuencias electromagnéticas de todo tipo…

Y aquí la pregunta que todos nos hemos hecho: si vivo en una ciudad, tengo un trabajo en oficina, llevo una vida moderna… ¿qué hago? ¿me voy al monte? Bien, pues no es necesario, y muchas veces eso se hace imposible para la mayoría de nosotros. ¿Qué podemos hacer? Pues jaquear, piratear, y tratar de practicar los principios de una Nutrición Moderna: principios que no son más que la imitación de la vida de nuestros antepasados. ¿Cómo? Aquí la respuesta: comiendo alimentos ricos en nutrientes, practicar el ayuno intermitente, protegernos de las frecuencias electromagnéticas, conectar con la tierra (el llamado “grounding”) y cultivar nuestros ritmos circadianos, controlar el estrés con la respiración (entre otros), beber agua de calidad, exponernos al frío, y por último y no menos importante, asegurar un sueño de calidad.

Todo ello se puede conseguir, y tener una vida de calidad y longeva, disfrutando de la misma, sin tener que renunciar a nuestra vida moderna.